Rusia y la Guerra Comercial



El presidente de Estados Unidos, Donald Trump estaba muy pacífico durante los primeros encuentros de G7 en Biarritz. Pero las diferencias de fondo entre las democracias más ricas del planeta afloraron desde la cena inaugural, el sábado por la noche, hasta las reuniones de este domingo.

La cena inaugural fue tensa, describió una fuente europea que pidió anonimato. “No fue un debate fácil”, explicó. Rusia fue el motivo de las discusiones más agrias. Trump quiere invitar a Rusia al G7, del que fue expulsada en 2014 después de la anexión ilegal de Crimea. El presidente de EE UU era entonces Barack Obama. No es la primera vez que Trump aboga por readmitir a Vladímir Putin en el club. No es sorprendente, desde la campaña electoral que en 2016 le llevó a la Casa Blanca, repetidamente ha declarado su admiración por el líder ruso. Su argumento en Biarritz, fue que, para discutir de los asuntos más graves para el planeta —Irán o Siria, por ejemplo—, es necesario sentar a Putin en la mesa.

Los líderes de la Unión Europea recalcan que el G7 es un club de democracias liberales, y si se diera la oportunidad de considerar el regreso del señor presidente Putin, deberá resolverse el motivo por el cual se le expulso de este grupo.

Si los europeos pretendían usar el espectro de la recesión global para persuadir a Trump de frenar la guerra comercial con China, el resultado fue modesto. Por la mañana, el presidente de EE UU fue equívoco al admitir que siempre tenía “dudas” sobre la subida de aranceles a China. Después, un portavoz de la Casa Blanca lo corrigió. Trump duda, sí, pero no sobre la conveniencia de rebajar la tensión sino de aumentarla todavía más, “lamenta no haber subido aún más los aranceles”, dijo el portavoz.