«Renegociando el Tratado de Libre Comercio con América del Norte.»



A casi un mes de haberse definido al próximo mandatario de los Estados Unidos, en México existe aún incertidumbre sobre la política económica que seguirá el nuevo gobierno, lo cual ya se ha reflejado en los tipos de cambio y las bolsas de valores.

Dentro de esta aura de incertidumbre, unos de los puntos que se discute más es la vigencia del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, el cual ha permanecido inalterable por más de 20 años.

Desde su entrada en vigor (1 de enero de 1994), los tres socios comerciales han aumentado su comercio internacional, pero en el caso particular de los Estados Unidos se ha incrementado sus exportaciones desde 147 miles de millones de dólares hasta 517; su participación junto con la reducción de los impuestos tarifarios ha logrado reducir los costos de importación, especialmente para alimentos y productos derivados del petróleo, a su vez, esto ha facilitado la exportación de productos agrícolas y financieros a los otros dos miembros, y que decir del sector automotriz, el cual ha permitido la creación de nuevas fuentes de empleos en al menos 14 estados de los Estados Unidos.

Después de casi 23 años de ventajas económicas, existe la posibilidad de renegociación a la cual Canadá ya ha expresado su intención de concretar, dentro de los puntos más interesantes a discutir se encuentra el valor de contenido regional, el cual marca el porcentaje de materias primas que debe contener un producto para beneficiarse de un impuesto preferencial, el incremento de este porcentaje (actualmente estipulado en 62.5% para el sector automotriz) podría beneficiar a mediano plazo a la industria norteamericana, especialmente a estados como Ohio, Michigan, Wisconsin y Pennsylvania, pero con graves repercusiones sobre las industria manufacturera mexicana.

Ante un panorama tan regresivo, se considera necesario proteger a la industria manufacturera en especial aquellas relacionadas con el sector automotriz y México debe virar sus intereses en el desarrollo de esta nueva negociación, abogando por los sectores más sensibles para la economía norteamericana, como el sector agrícola y energético, en el que Estados Unidos tiene más beneficios.