El futuro ocupante de la Casa Blanca dice que la decisión de las empresas de relocalizarse en México constituye una especie de traición al obrero de su país. En cualquier circunstancia, este fenómeno económico se ha convertido en un cóctel político explosivo en Estados Unidos, debido a la agresividad del presidente electo Donald Trump a la hora de condenar públicamente a las empresas estadounidenses que operan fábricas en México para exportar sus productos a su país Efectivamente, las grandes corporaciones han encontrado rentable en muchos casos trasladarse al sur de la frontera para aprovechar el diferencial de salarios entre Estados Unidos y México Además de que pueden exportar a Estados Unidos sin pagar impuestos, por obra y gracia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés).
Pese a que una de las promesas del NAFTA cuando empezó su implementación en la década de 1990 era que ayudaría a reducir la brecha salarial entre México y Estados Unidos, la diferencia de salarios sigue siendo enorme. Prueba de ello es que los obreros en México ganan “entre ocho y diez veces menos” que sus pares en Estados Unidos. Esto a su vez explica el por que los productos mexicanos toman gran posicionamiento dentro del mercado estadounidense. Un diferencial que se mantiene en todas las áreas de producción, razón que invita a las empresas a mover algunas fábricas en busca de ahorros. Ante esas diferencias enormes de salarios, no es de extrañar que una vez el NAFTA permitió el libre acceso de mercancías sin impuestos entre Estados Unidos y México en 1994, miles de fábricas establecieran operaciones en sitios como Tijuana.
Eso hizo que la inversión de Estados Unidos en México pasara de US$17.000 millones en 1994 a US$92.800millones en 2015. Sin embargo, es injusto con la industria mexicana decir que su ventaja radica solamente en que le pagan menos a sus trabajadores. Al fin y al cabo, Estados Unidos tiene tratados de libre comercio con muchos países de salarios comparativamente bajos, pero ni la inversión ni el comercio con esos países es equivalente al que se da con México. Aquí entran a consideración otros aspectos como el costo de transporte. México y Estados Unidos son naciones contiguas, unidas por un muy sofisticado conjunto de autopistas y vías férreas.
La mano de obra, en la que México ha venido haciendo una inversión importante en el desarrollo de mano de obra calificada en determinados sectores, como el automotriz.Lo que ha hecho que su producción sea más competitiva. En los primeros años del NAFTA, mucha de la producción industrial que llegaba a México adoptó el modelo de la “maquiladora”. Fábricas de baja tecnología, generalmente situadas en zonas fronterizas, empleaban a personal de baja calificación para realizar tareas simples de ensamblaje, mientras que las tareas tecnológicamente más ambiciosas seguían basadas en Estados Unidos. Y más que simples “maquilas”, se apoyan en una mano de obra altamente calificada para cada vez más procesos de manufactura, cuyos productos resultantes después se envían a Estados Unidos. Pero si cumple con su amenaza de renegociar el NAFTA, podría establecer arancelesu otras restricciones a los productos manufacturados en México para su venta en Estados Unidos.
No obstante, entra en tela de juicio si después de 23 años y casi US$80.000 millones en inversiones estadounidenses, la nueva Politica Economica del presidente Trump lograra sus objetivos ya que es seguro que tomará un esfuerzo muy grande romper la integración que ya ocurre entre las economías de los dos países