En meses y años recientes el continente americano ha sido «blanco” de devastadores fenómenos naturales que han dejado a su paso afectaciones sociales y económicas.
Los sismos del mes de septiembre en México, el paso de huracanes también por México, algunos países del Caribe y Estados Unidos, son algunos de los desastres que han ocurrido a lo largo de los últimos años.
En este tipo de lamentables eventos, los operadores logísticos 3PL o Third-Party Logistics han tenido una importante actuación en el proceso de reconstrucción y apoyo.
En México, se realizaron importantes esfuerzos por parte de operadores logísticos nacionales y extranjeros -Estafeta, DHL, UPS, iVoy y RedPack, entre otros-, para el traslado de víveres y ayuda humanitaria, lo que se destaca es que estos se llevaron a cabo de manera individual sin contar con ninguna organización, del sector privado o del gobierno federal.
Los esfuerzos de mayor volumen vinieron de la sociedad civil que de manera espontánea e improvisada instalo centros de acopio, en la Ciudad de México principalmente y llevo a cabo la transportación por medio de cualquier tipo de vehículo, motorizado o en bicicletas.
No cabe duda que en tiempos de desastre es cuando surgen los ejemplos de colaboración y unión entre operadores logísticos, como fue el caso de la creación del American Logistics Aid Netword (ALAN), en Estados Unidos tras el paso del huracán Katrina en 2005.
A esta red se han ido sumando asociaciones, institutos, transportistas, y otros actores relacionados con operaciones logísticas y de cadena de suministros, que en casos de desastre proporcional personal capacitado, vehículos, almacenes secos o fríos y su experiencia en distribución para llevar la ayuda a donde se necesite.
Quizá sea momento de plantear esto en México y en otros países donde existe una gran voluntad para ayudar, pero una escasa e inexperta organización.